hisdran
NOKIA 8260
En los 70, la ciencia ficción consistía en brillantes naves, uniformes pulcramente planchados y elegantes pistolas de rayos. Los extraterrestres eran señores peludos, vampiros, amazonas y hasta dinosaurios. Entonces llegó al género un director casi desconocido y reclutó a cierto artista suizo.
El resultado de aquel tándem es una de las películas más aterradoras de todos los tiempos, un film que destrozó los cánones de lo que hasta entonces era una película espacial con monstruo.
De repente las naves ya no eran estilizados yates espaciales, sino oscuras montañas de chatarra llenas de goteras y averías. Las elegantes tripulaciones de aquellas naves también cambiaron. Atrás quedaron los sesudos científicos, los aguerridos capitanes y los simpáticos mercenarios galácticos. De repente nos zambullimos en un universo en el que las tripulaciones estaban formadas por operarios en buzo quejándose de las condiciones laborales, ingenieros hartos de todo que quieren volver a casa, y empleados sospechosos de corporaciones aún más sospechosas. El espacio pasó a ser un lugar feo, frío y desagradable, un lugar de trabajo, de desconfianza y de errores terribles. El espacio, de repente, se hizo más humano.
GIZMODO