
Negua
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Si Charles Dickens estuviera vivo, seguramente habría hecho un relato con lo que a mi me aconteció hace unos meses. Un drama que sufrí en mis carnes, pero que podría pasarte a ti. Como muchas otras personas, decidí comprarme un teléfono de gama top pero no quería desembolsar el dinero a tocateja, desoyendo los sabios consejos que me ha dado ser de pueblo.
Así que confié. Primero hice el archiconocido amago a Yoigo. Bingo. Vodafone me llamó al instante y me ofrecieron un iPhone 6s. Corría el 205 y yo era joven e inocente, así que acepté. Total, salía más barato que pagarlo de golpe y además, seguramente era un mes malo porque tenía que comer y esas cosas. Reconozcámoslo: no gusta soltar seiscien...sete...ocho..nove... mil ciento cincuenta y nueve euros del tirón.
La operadora me hizo dar mi nombre en la grabación que sería mi sentencia y a los dos días, llegó mi flamante nuevo iPhone 6s. Qué maravilla. Volvería a comprarlo mañana mismo a plazos. Oh wait...
Pasaron los meses y yo era terriblemente feliz con ese terminal, era más grande que mi antiguo iPhone 5s y asomaba por mis bolsillos, pero qué calidad. Incluso a día de hoy, un iPhone 6s es una maravilla.
Lo mismo debió pensar la persona que me lo robó. Me iba de viaje a Atenas y tenía que coger el avión en Barcelona. Como llegué por la mañana, fui al Starbucks y primero me estafaron 9 euros desayunando y luego vino un caballero, me puso un mapa sobre la mesa y en un visto y no visto mi iPhone, según me fue informando la función Find my iPhone, estaba en Rabat (Marruecos).
Compré mi iPhone en marzo de 2016 y en abril de 2017 me quedé sin él. Sí, lo estoy pagando: 27 euritos religiosamente que me pasan los de Vodafone hasta marzo 2018. Menudo drama.
¿Qué conclusiones puedo sacar de todo esto? Lo primero de todo, me pensaré mucho volver a comprar a plazos, pero es un riesgo que siempre puede pasar. Y lo segundo: si te vas a gastar un pastizal en un móvil, quizás habría que pensar en hacerle un seguro.
Así que confié. Primero hice el archiconocido amago a Yoigo. Bingo. Vodafone me llamó al instante y me ofrecieron un iPhone 6s. Corría el 205 y yo era joven e inocente, así que acepté. Total, salía más barato que pagarlo de golpe y además, seguramente era un mes malo porque tenía que comer y esas cosas. Reconozcámoslo: no gusta soltar seiscien...sete...ocho..nove... mil ciento cincuenta y nueve euros del tirón.
La operadora me hizo dar mi nombre en la grabación que sería mi sentencia y a los dos días, llegó mi flamante nuevo iPhone 6s. Qué maravilla. Volvería a comprarlo mañana mismo a plazos. Oh wait...
Pasaron los meses y yo era terriblemente feliz con ese terminal, era más grande que mi antiguo iPhone 5s y asomaba por mis bolsillos, pero qué calidad. Incluso a día de hoy, un iPhone 6s es una maravilla.
Lo mismo debió pensar la persona que me lo robó. Me iba de viaje a Atenas y tenía que coger el avión en Barcelona. Como llegué por la mañana, fui al Starbucks y primero me estafaron 9 euros desayunando y luego vino un caballero, me puso un mapa sobre la mesa y en un visto y no visto mi iPhone, según me fue informando la función Find my iPhone, estaba en Rabat (Marruecos).
Compré mi iPhone en marzo de 2016 y en abril de 2017 me quedé sin él. Sí, lo estoy pagando: 27 euritos religiosamente que me pasan los de Vodafone hasta marzo 2018. Menudo drama.
¿Qué conclusiones puedo sacar de todo esto? Lo primero de todo, me pensaré mucho volver a comprar a plazos, pero es un riesgo que siempre puede pasar. Y lo segundo: si te vas a gastar un pastizal en un móvil, quizás habría que pensar en hacerle un seguro.